V de Vino


¿Vieron cuando van a un lugar de chicos y les parece enorme, fantástico, hermoso... pero vuelven de grandes y es como "meh"? Bueno, algo así me pasó con Mendoza. Pero terminé encontrándole otras cosas.
La tierra del buen vino y el sol fue uno de nuestros destinos durante el verano. La parte del sol es relativa porque llovió los 3 días que estuvimos ahí. La parte del vino es cierta. Muy cierta. 
El vino no es lo mío realmente, me gustan más las bebidas dulces, pero en Mendoza no hay forma de escapar. Fuimos a un tour de vinos, nuestro hostel tenía happy hour de vino y era lo único que había para tomar durante las comidas. Fue un fin de semana muy alegre, y borroso.
A pesar de que mi recuerdo de Mendoza y lo que realmente es tuvieron un encontronazo la terminé pasando muy bien. Gran parte de esto se debe a la gente que conocimos en el hostel: gente de todas partes del mundo pero todos con muy buena onda, como todo el que viaja. Hicimos de todo juntos: auto city-tour (porque la guía nunca apareció),  tour de vinos (en traffic porque llovía), el primer día incluso hicimos cena grupal con comida tailandesa cocinada por un sueco. Al día siguiente alquilamos unas bicis y nos fuimos a recorrer la ciudad, subimos al Cerro de la Gloria y cerramos el día con asado y guitarreada (sin folklore).
Esta es una de las cosas que más me quedó de este viaje, la gente que conocimos. La predisposición que se tiene cuando se está viajando, el buen humor, la falta de prejuicios, la espontaneidad. La relación que se genera con personas con las que pasas nada más que dos días en tu vida, pero que realmente esperás poder encontrártelas de nuevo en otra parte del mundo.
Mi parte favorita del viaje fue el Cerro de la Gloria. Habíamos alquilado unas bicis y la idea era recorrer la ciudad e ir al parque. Cuando llegamos ahí nos dimos cuenta que adentro del parque había un cerro así que decidimos subirlo. Quisimos dejar las bicis atadas a un árbol, pero de la nada salió un señor a decirnos que si queríamos dejarlas ahí íbamos a tener que pagar y entonces todo el mundo se enojó: el tipo nos estaba tratando mal, nos quería currar y encima medio que nos amenazó con que si no pagábamos algo le iba a pasar a las bicis. Así que decidimos llevárnoslas con nosotros. MIENTRAS SUBÍAMOS LA MONTAÑA. Yo hacía un año que no hacía ejercicio, así que después de la bicicleteada, estaba muriendo. Eventualmente llegamos a la cima, recuperé el aliento y fue hermoso. 
Pero lo mejor empezó después. Mientras estábamos ahí se largó a llover. Con toda. Empezamos a bajar con las bicis por el camino de los autos, y la lluvia era torrencial e íbamos rápido pero todos estábamos riéndonos y gritando, y estábamos congelados pero felices. Fue uno de esos momentos que te vas a acordar para siempre porque realmente te sentiste vivo y completo, despreocupado.
El viaje estuvo lejos de ser perfecto, varias cosas nos salieron mal, el clima no ayudó y fue demasiado corto. Mendoza no era lo que esparaba. Pero nada de esto importó. Aprendí, una vez más, a aceptar las cosas como se van dando, a cambiar de planes sobre la marcha. Hasta un diluvio puede ser ideal si uno está con las personas correctas.

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Datos del viaje:
- Lugar donde nos quedamos: Hostel Punto Urbano. Hiper recomendable, no sólo por el happy hour de vino sino también por sus desayunos zarpados.
- Tours que hicimos: Tour de vinos - en realidad era en bicis pero con la lluvia fue imposible. Las bicis - las alquilamos en el centro de la ciudad, NO las alquilen cerca del Cerro porque les van a arrancar la cabeza y son malas. City tour - hay uno gratis, la chica está siempre a la misma hora en una plaza (no me acuerdo el nombre) a menos que llueva.
- Nos quedó por hacer: había una cabalgata a la noche para ir a mirar las estrellas que por un malentendido no la terminamos haciendo. Fue muy triste y nos pusimos de muy mal humor. Sí, somos nenes de 2 años que no saben lidiar con la frustración.

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