Leche

5° C.
Me pongo una campera. No, mejor dos. Y una bufanda.
Uno pensaría que con este clima cuasi invernal, y siendo como somos, estos son preparativos para ponernos a ver una peli tapadas hasta la nariz.
Pero no.
Salimos.
Vamos trotando de casa al boliche para pasar un poco el frío pero cuando estamos cerca empezamos a caminar normal y nos hacemos las lindas como para no quedar tan en ridículo.
El lugar: Kambaku. La fiesta: la Güelcome. Mi (única) salida de cada semana, pero ésta es distinta porque es la primera vez que kQ puede ir ¡Viva el desempleo! Ok, no.
Siempre que invito a alguien a ir a un lugar que me gusta siento mucha presión. Esta vez tenía miedo que no hubiese nadie por el frío y que nos aburriéramos, y entonces todos los preparativos de la salida iban a ser para nada y todo iba a ser responsabilidad mía. Sí, soy muy normal.
Para variar me preocupé al pedo porque el lugar estaba lleno. La banda se estaba preparando para tocar así que fuimos hasta el patio para ir tanteando el terreno. Ahí nos hicimos nuestros dos primeros amigos de la noche: Aviv ("Como Tel Aviv" dijo él), y Ardilla (en realidad no se llama así, pero su nombre significa eso). Charlamos un poco sobre la vida, como uno siempre hace cuando conoce alguien nuevo, intercambiando datos básicos como de dónde sos, años, qué hacés, etc. Nos terminamos tomando el shot que te dan en la entrada con ellos, pero después huímos porque Ardilla era muy toquetón.      
Entramos y la banda empezó a tocar. Después DJs. Mucho baile y más gente. El cara de presidiario. Su hermano. Gente de la facu que no queríamos ver. Los amigos del cara de presidiario. El del buzo blanco que se hace el interesante y contesta con monosílabos. El australiano kilométrico. Su amigo colorado. Las chicas que bailaban con ellos.
Supongo que es por esto que todos los jueves termino en el mismo lugar. Puedo decir que es porque el lugar está bueno, porque desde el patio se ven los Capuchinos. Que es porque la música es buenísima y así evito escuchar Pablo Lescano feat Skrillex en un bolichón de Nueva Córdoba. Pero en el fondo, y con lo antisocial que soy, termino yendo por la gente. Porque son todos tan distintos pero todos terminan ahí. Entonces ves al rasta hablando con la mina con los zapatos de plataforma. Ves al turista que va con las mismas zapatillas con las que subió al Machu Pichu y al pibe que clavó camisa abierta y se bañó en Axe. Y nadie tiene drama.
Y no vamos a mentir. Voy porque más allá de cualquier cosa, hay extranjeros.
Los guardias nos piden que vayamos saliendo. Nos volvemos a poner las dos camperas y las bufandas para enfrentar la vuelta a casa. Nos despedimos de la gente que conocimos y que probablemente no veamos más. Ya sea porque se vuelven a su país, ya sea porque le dimos un Face falso.
En el camino hablamos de todo el esfuerzo que conlleva salir y más salir en invierno. De lo cagadas de frío que estamos y de que no da hacerlo muchas veces. Que nos duelen los pies, que gastamos un montón de plata. Que mejor la próxima nos juntamos a ver una peli.
Pero sabemos que es mentira. Que es jueves y el fin de semana recién empieza.
Que aunque sea invierno nos pondremos dos pares de cancanes pero adentro de casa NO.
Eso, eso es leche.

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