(for the English version go here)
Quiero escribir sobre este viaje desde... bueno, desde que estaba viajando. Pero la estaba pasando tan, tan bien que sentarme al frente de una computadora y ponerme a tipear no era una opción.
Quiero escribir sobre este viaje desde... bueno, desde que estaba viajando. Pero la estaba pasando tan, tan bien que sentarme al frente de una computadora y ponerme a tipear no era una opción.
Fue una larga e increíble aventura así que voy a necesitar más de un post para contarles todo.
Empecemos.
Siempre me quise ir. Los lugares fueron cambiando: primero Londres, después Japón, pero la meta era la misma. Irme. Me gustaría poder decir que amo Argentina, pero no. Nos toleramos, pero eso es todo. Nunca sentí que perteneciera acá y no creo que alguna vez lo haga. El tema es que además de mi evidente odio hacia mi país nunca tuve otra razón para irme. Ni tampoco tenía los medios. Pero para julio del 2011 encontré el por qué y el cómo.
Primero, estaba enamorada. Por primera vez en la vida. Y él me rompió el corazón. Nunca sufro cuando corto con alguien (normalmente porque suelo ser yo la que toma la decisión), pero esta vez dolió y mucho. Lloré por una semana, lo que es un récord para mí, pero fui miserable durante el resto del año. Lo peor era que todos mis amigos eran sus amigos, así que no tenía mucha escapatoria de la situación.
Segundo, buscando alguna actividad para ocupar mi tiempo y así no comerme la cabeza, me anoté en un programa que se llama "Speaking Partner". Básicamente te asignan un estudiante de intercambio, por lo general de Estados Unidos, y te tenés que juntar una vez por semana así ellos pueden practicar español y vos, inglés. Yo tuve la suerte de que me asignaron a una de las mejores personas que conocí en mi vida, Priya, y nos hicimos inseparables. En Argentina no tenemos un buen concepto sobre los norteamericanos, y no creo que seamos los únicos, pero ella y las otras chicas de intercambio de las que me hice amiga me demostraron que, como con todo, hay excepciones.
Por último, kQ, mi co-blogger, ganó una beca para España e insistió para que me presente diciendo que yo cumplía, dentro de todo, con los requisitos que suelen pedir. No fue muy difícil convencerme. Por esa fecha justo abrió la convocatoria para el programa Cuarto Centenario y mientras estaba revisando las universidades disponibles encontré a LA Universidad de Texas, en Austin. Fue amor a primera vista: las clases eran perfectas, el campus era perfecto y la ciudad era perfecta también.
Tenía las razones y también tenía los medios. Así que apliqué y, no sé cómo, me aceptaron.
Las cosas se fueron dando por distintos motivos, y por lo que sea que esto haya pasado, estoy FELIZ de que así fuera. Fue una de las mejores experiencias de mi vida y lo haría de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.
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