Volver

Cuando uno tiene muchos mambos en la cabeza a veces necesita irse. Irse con los pensamientos, con la imaginación. Irse a su cama y dormir tapado hasta la cabeza. Irse al baño y darse una ducha caliente y cantar a los gritos. Irse de Internet y borrar cuanta red social se use. Irse hasta el aeropuerto y tomarse un avión que nos lleve a donde somos mejores nosotros. 
Esto lo sé por experiencia. Y es por enumerar unos pocos, porque me fui a muchos lugares más. Lo mismo puedo decir de mi co-blogger. Necesitábamos irnos, de la forma que fuera, por el tiempo que fuera. Las situaciones nos superaron. La gota rebalsó el vaso. Pájaro que comió, voló. Ah no, eso no. En fin. 
La cuestión es que nunca nos dimos cuenta de todo esto hasta que nos fuimos. Uno nunca se da cuenta de lo mal que está hasta que deja de estarlo. El tema es mantener ese estado que uno logra al irse cuando se vuelve. Porque eso es lo que está pasando ahora. Volvimos. 
Eventualmente uno tiene que salir de la cama, salir de la ducha, prender la compu, tomarse un avión de vuelta. Volver a la ciudad que no sabe cómo manejarse cuando llueve, con la gente que no espera a que cambie el semáforo y con los travas de la esquina que gritan a la noche. Volver a los amigos que te esperan con un mate, a la familia que te espera con el asado, al trabajo que te espera con la rutina. Volver a conectarse con los que están lejos o con los que ni siquiera nos conocen pero están. 
Y es que una de las partes más lindas de irse, es volver. 
Acá estamos.
Sham.-


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